EAST OF EDEN by John Steinbeck



"Everything is only for a day, both that which remembers and that which is remembered. Observe constantly that all things take place by change, and accustom thyself to consider that the nature of the universe loves nothing so much as to change things which are and to make new things like them. For everything that exists is in a manner the seed of that which will be."

sábado, 3 de julio de 2010

LAS VOCES DE TLALETOLCO

Copio aquí las palabras de José Emilio Pacheco para no olvidar el espanto que acabo de descubrir.

(2 de octubre de 1978: diez años después)



Eran las seis y diez. Un helicóptero
sobrevoló la plaza.
Sentí miedo.

Cuatro bengalas verdes.

Los soldados
cerraron las salidas.

Vestidos de civil, los integrantes
del Batallón Olimpia
-mano cubierta por un guante blanco-
iniciaron el fuego.

En todas direcciones

se abrió fuego a mansalva.

Desde las azoteas
dispararon los hombres de guante blanco.
Disparó también el helicóptero.

Se veían las rayas grises.

Como pinzas
se desplegaron los soldados.
Se inició el pánico.

La multitud corrió hacia las salidas
y encontró bayonetas.
En realidad no había salidas:
la plaza entera se volvió una trampa.

-Aquí, aquí Batallón Olimpia.
Aquí, aquí Batallón Olimpia.

Las descargas se hicieron aun más intensas.
Sesenta y dos minutos duró el fuego.

-¿Quién, quién ordenó todo esto?

Los tanques arrojaron sus proyectiles.
Comenzó a arder el edificio Chihuahua.

Los cristales volaron hechos añicos.
De las ruinas saltaban piedras.

Los gritos, los aullidos, las plegarias
bajo el continuo estruendo de las armas.


Con los dedos pegados a los gatillos
le disparan a todo lo que se mueva.
Y muchas balas dan en el blanco.


-Quédate quieto, quédate quieto:
si nos movemos nos disparan.

-¿Por qué no contestas?
¿Estás muerto?

-Voy a morir, voy a morir.
Me duele.
Me está saliendo mucha sangre.
Aquél también se está desangrando.

-¿Quién, quién ordenó todo esto?

-Aquí, aquí Batallón Olimpia.

-Hay muchos muertos.
Hay muchos muertos.

-Asesinos, cobardes, asesinos.

-Son cuerpos, señor, son cuerpos.

Los iban amontonando bajo la lluvia.
Los muertos bocarriba junto a la iglesia.
Les dispararon por la espalda.

Las mujeres cosidas por las balas,
niños con la cabeza destrozada,
transeúntes acribilllados.

Muchachas y muchachos por todas partes.
Los zapatos llenos de sangre.
Los zapatos sin nadie llengos de sangre.
Y todo Tlatelolco respira sangre.

-Vi en la pared la sangre.

-Aquí, aquí Batallón Olimpia.

-¿Quién, quién ordenó todo esto?

-Nuestros hijos están arriba.
Nuestros hijos, queremos verlos.

-Hemos visto cómo asesinan.
Miren la sangre.
Vean nuestra sangre.

En la escalera del edificio Chihuahua
sollozaban dos niños
junto al cadáver de su madre.

-Un daño irreparable e incalculable.

Una mancha de sangre en la pared,
una mancha de sangre escurría sangre.

Lejos de Tlatelolco todo era
de una tranquilidad horrible, insultante:

-¿Qué va a pasar ahora,
qué va a pasar?

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